Lunes por la tarde, hace un calor insoportable, hago unos apuntes rápidos en mi libreta. Doy un par de vueltas por centros comerciales buscando un reproductor de música lo suficientemente bueno y barato para mí. Camino y me quedo maravillado por todas las cosas geniales que hay (y que probablemente no me pueda comprar). Hago una lista de las cosas que quiero y cuanto me cuestan, intento ocultar mi mueca de horror al ver cuánto me sale todo lo que quiero, doy media vuelta y descorazonado por mi presupuesto salgo con la cabeza baja (y el ego).
Me encuentro con mi madre como habíamos acordado y conversamos de los precios, acordamos en ir a otra tienda a ver más precios, porque aun es algo temprano. Así que esperamos en bus en el paradero, estoy algo enojado y saco un cigarrillo para ver si puedo des estresarme, mi madre me pregunta si le doy uno, me sorprendo y se lo doy, lo enciende y juntos llenamos nuestros pulmones de cáncer, parados esperando el bus, me siento más cerca de mi mama de lo que me he sentido en años.
Martes por la mañana, alguien me llama desesperadísimo por que le haga un favor, intento calmar a esa persona, por que detesto que me llamen en la mañana y más aun a que me hagan dramas innecesarios, hablamos un rato me cuenta sus problemas, aunque no se lo digo, no me interesan mucho, pero como quiera voy a ayudar, no lo hago por esta persona sino por el resto de implicados, trato de no estresarme y salgo de mi cama.
Cruzo calles, camino cuadras, hablo con gente, me frustro y me doy cuenta de que a veces cedo demasiado rápido, hago lo que tengo que hacer sin resultados fructuosos, salgo hacia la calle y me recuesto contra la pared, doy un largo suspiro de frustración, no por perder mi tiempo, sino por no lograr mi cometido.
Miércoles por la noche, llego de tener un día horrible en el trabajo, no he tenido problemas con los clientes ni con mis compañeros por que estoy haciendo esfuerzos sobrehumanos (Al costo de crearme y tragarme mares de bilis) para no discutir ni pelear con nadie (a menos que sea realmente necesario), estoy enojado y quiero irme a dormir, pero aun así me conecto al msn para cumplir mis labores matrimoniales. De una manera mágica y casi sobrenatural, aquel lindo chico que siempre tiene tiempo para mi esta esperándome y está dispuesto a hacerme sonreír.
Durante esos mágicos instantes olvidos todos los cafés, las quemadas de leche, los gritos de los clientes y los horarios asquerosos, por que se que todo lo que hago lo hago por el
Jueves al mediodía. Por azares del destino estoy conversando con mis viejos amigos, me piden consejo en que deben hacer, hablamos de los viejos tiempos, recordamos cuando jugábamos juegos online y matábamos a todo lo que se moviera. Eran tiempos divertidos, pero ya no hay tiempo para eso, no sé si hemos crecido o si nos han obligado a crecer. Yo no me siento ni mayor ni maduro, solo me siento con mas trabajo del que debo
Viernes en la tarde. Para variar no he almorzado, estoy caminando a hacer un papeleo, la gente pasa por mi lado muy ocupada, uno de ellos me empuja y caigo al suelo, sigue de largo como si no hubiera pasado nada, me levanto muy dignamente, acomodo mis papeles y sigo caminando. Alguien me llama, no me pregunta nada solo me dice un par de cosas que tengo que apuntar, las apunto y me despido. Tengo mucha hambre y aun tengo muchas cosas que hacer. Camino hasta un supermercado, compro lo que se me antoja y me siento en el segundo piso, en silencio como mirando hacia la calle. Me siento algo incomodo, porque es viernes y todo el mundo anda en pareja, pero solo mastico uno de los panes que compre.
Reviso mi celular que hace las de reloj, me levanto y sigo con lo mío. No tengo tiempo de pensar en esas cosas.
Sábado por la mañana, estoy despierto contra mi voluntad, simplemente porque no puedo dormir bien, como si mi cama se incendiara, salgo expulsado de ella. Doy vueltas por mi casa y luego enciendo mi computadora, revisando archivos encuentro fotos viejas (relativamente viejas, pues tienen menos de un año), y me ataca la melancolía no porque las cosas no sean igual, sino por que pudieron ser diferentes, personas, lugares, momentos, que quise tanto y ahora parecen ser tan extraños. Me siento extraño porque extraño a esta gente que no veo por qué no quiero, con la que no hablo por qué no puedo, con la que sigo distanciado por que así lo he decidido, con la que las distancias se alargan con el pasar de los días.
Domingo por la noche, estoy sentado pensando en cómo escribir este artículo y si merece la pena hablar de esto, de mis mundos paralelos, de lo mucho que soy para algunos y de lo poco que soy para otros, de mi felicidad por momentos y mis erróneos. Decido escribir, me pesan más los años que los enojos y las criticas, me pesan más mis decisiones que los malos ratos, pero me pesa más que nada mi carácter que mis días sobre la tierra.
Me encuentro con mi madre como habíamos acordado y conversamos de los precios, acordamos en ir a otra tienda a ver más precios, porque aun es algo temprano. Así que esperamos en bus en el paradero, estoy algo enojado y saco un cigarrillo para ver si puedo des estresarme, mi madre me pregunta si le doy uno, me sorprendo y se lo doy, lo enciende y juntos llenamos nuestros pulmones de cáncer, parados esperando el bus, me siento más cerca de mi mama de lo que me he sentido en años.
Martes por la mañana, alguien me llama desesperadísimo por que le haga un favor, intento calmar a esa persona, por que detesto que me llamen en la mañana y más aun a que me hagan dramas innecesarios, hablamos un rato me cuenta sus problemas, aunque no se lo digo, no me interesan mucho, pero como quiera voy a ayudar, no lo hago por esta persona sino por el resto de implicados, trato de no estresarme y salgo de mi cama.
Cruzo calles, camino cuadras, hablo con gente, me frustro y me doy cuenta de que a veces cedo demasiado rápido, hago lo que tengo que hacer sin resultados fructuosos, salgo hacia la calle y me recuesto contra la pared, doy un largo suspiro de frustración, no por perder mi tiempo, sino por no lograr mi cometido.
Miércoles por la noche, llego de tener un día horrible en el trabajo, no he tenido problemas con los clientes ni con mis compañeros por que estoy haciendo esfuerzos sobrehumanos (Al costo de crearme y tragarme mares de bilis) para no discutir ni pelear con nadie (a menos que sea realmente necesario), estoy enojado y quiero irme a dormir, pero aun así me conecto al msn para cumplir mis labores matrimoniales. De una manera mágica y casi sobrenatural, aquel lindo chico que siempre tiene tiempo para mi esta esperándome y está dispuesto a hacerme sonreír.
Durante esos mágicos instantes olvidos todos los cafés, las quemadas de leche, los gritos de los clientes y los horarios asquerosos, por que se que todo lo que hago lo hago por el
Jueves al mediodía. Por azares del destino estoy conversando con mis viejos amigos, me piden consejo en que deben hacer, hablamos de los viejos tiempos, recordamos cuando jugábamos juegos online y matábamos a todo lo que se moviera. Eran tiempos divertidos, pero ya no hay tiempo para eso, no sé si hemos crecido o si nos han obligado a crecer. Yo no me siento ni mayor ni maduro, solo me siento con mas trabajo del que debo
Viernes en la tarde. Para variar no he almorzado, estoy caminando a hacer un papeleo, la gente pasa por mi lado muy ocupada, uno de ellos me empuja y caigo al suelo, sigue de largo como si no hubiera pasado nada, me levanto muy dignamente, acomodo mis papeles y sigo caminando. Alguien me llama, no me pregunta nada solo me dice un par de cosas que tengo que apuntar, las apunto y me despido. Tengo mucha hambre y aun tengo muchas cosas que hacer. Camino hasta un supermercado, compro lo que se me antoja y me siento en el segundo piso, en silencio como mirando hacia la calle. Me siento algo incomodo, porque es viernes y todo el mundo anda en pareja, pero solo mastico uno de los panes que compre.
Reviso mi celular que hace las de reloj, me levanto y sigo con lo mío. No tengo tiempo de pensar en esas cosas.
Sábado por la mañana, estoy despierto contra mi voluntad, simplemente porque no puedo dormir bien, como si mi cama se incendiara, salgo expulsado de ella. Doy vueltas por mi casa y luego enciendo mi computadora, revisando archivos encuentro fotos viejas (relativamente viejas, pues tienen menos de un año), y me ataca la melancolía no porque las cosas no sean igual, sino por que pudieron ser diferentes, personas, lugares, momentos, que quise tanto y ahora parecen ser tan extraños. Me siento extraño porque extraño a esta gente que no veo por qué no quiero, con la que no hablo por qué no puedo, con la que sigo distanciado por que así lo he decidido, con la que las distancias se alargan con el pasar de los días.
Domingo por la noche, estoy sentado pensando en cómo escribir este artículo y si merece la pena hablar de esto, de mis mundos paralelos, de lo mucho que soy para algunos y de lo poco que soy para otros, de mi felicidad por momentos y mis erróneos. Decido escribir, me pesan más los años que los enojos y las criticas, me pesan más mis decisiones que los malos ratos, pero me pesa más que nada mi carácter que mis días sobre la tierra.