But there's a side to you that I never knew, never knew
All the things you'd say, they were never true, never true
And the games you'd play, you would always win, always win
But I set fire to the rain
Watched it pour as I touched your face
Adele - Set fire to the rain
Mis días dejaron de empezar a las 10 de la mañana, ahora empiezan a las 6, con la misma actitud de enojo y destrucción de siempre. Mis fines de semana dejaron de ser míos y empecé a compartirlos con otras personas. A mi piel le ha tocado acostumbrarse al calor de alguien mas, así como a mi cuerpo le ha tomado un poco de tiempo acostumbrarse a que manos que no sean mías se deslicen por él, a que labios se acomoden en lugares donde nunca habían estado, y a que por las mañanas otro cuerpo se enrede junto a el.
Ya no paso mis noches preguntándome a mí mismo los porque, y repasando los errores, ahora pienso en que cosa es lo que hare mañana, en que planes tengo y en las diferentes maneras en las que los quiero realizar. He dejado de ser parte de mi problema y empecé a ser parte de mi solución. Mis días ya no se dedican a jugar y descansar, ahora paso horas en una oficina luchando por arrancarle con los dientes las oportunidades que quedan colgando en el aire.
Ya no tengo un futuro trazado como al inicio de la historia, ahora voy improvisando mientras camino. El objetivo final sigue siendo el mismo, pero yo no. En estos casi dos años he aprendido a no dejar que nada, ni nadie me vuelva a desmoronar por mi debilidad. En este tiempo he entendido que mis decisiones no son siempre las mejores y que mi carácter a veces puede ser indomable
Ahora paso mi noche riéndome con gente que hace unos meses no conocía, compartiendo la cama con el primer chico en mucho tiempo al que puedo ver a los ojos y ver solo su rostro, y no el fantasma del pasado dibujado como una máscara sobre su cara y cuerpo. Y es que, por primera vez, en mucho tiempo le he permitido a alguien pasar por la pared enorme de miedos que construí para defenderme
El pasado no va a volver jamás, pero algunas noches me encuentro mirando a la ventana y preguntándome si es que es esto lo que quiero, si es que estoy conforme con que los restos del amor que alguna vez me dio la felicidad más grande se termine de marchita, de aceptar que esta decisión impide que en algún momento el futuro nos vuelva a unir. A veces tengo tantas ganas de volver a ser el de antes, de cuidar a alguien a millones de kilómetros, de dedicarle mi tiempo y mi esencia, pero ya no se puede. Así como ya no puedo esperarlo más y tener paciencia, ya no puedo luchar por una causa que hace mucho dejo de pertenecerme.
No se puede porque no hay espacio para tantas personas en una sola vida, porque no es mi decisión, es la decisión ajena, decisión que hace que el futuro cada vez se vea más inexistente, porque sin presente no puede existir un futuro y entonces no hay espacio ni para el supuesto de una historia continuada. No puedo odiarlo, y no tengo el derecho aunque quisiera, de hecho extraño el ser quien le hacia sonreír, quien le ayudaba a salir del fondo. Pero ahora no es así, y seguramente nunca más será así.
Ahora todo ha cambiado. Para bien, y aun no me acostumbro a ser feliz del todo, aun no me acostumbro a poder bajar la guardia y no pasar los días con el corazón en alerta a la siguiente discusión o al siguiente momento en el cual cambie todo. Aun me quedo mirando a la ventana y preguntándome si cuando el esta solo murmura mi nombre como yo lo hacía. Pero ahora no importa, hace tiempo dejo de importar, desde que el dejo de hablar, desde que no pudo explicar.
Las cosas no van a dejar de cambiar, y yo tampoco se si voy a dejar de cambiar. No tengo la seguridad de nada. No tengo la sensación de que las cosas estén sobre mi control, pero estoy bajo la impresión de que, por primera vez, caiga en el agujero que caiga hay un grupo enorme de gente listo para ayudarme a levantar.
Ya no soy ni un príncipe, ni un mago, ni un caballero, ni un héroe ni un esclavo del amor. Ahora solo soy un chico que camina por el mundo, tomando la mano de la gente que me la ofrece, de la gente que se da el tiempo para detener su día y regalarme un abrazo o una sonrisa, de la gente que ha llenado los espacios que durante tanto tiempo estuvieron vacios, de esa gente que me ha enseñado que el cambio no es malo y que me da esperanzas de por una vez en la vida, olvidar todo, aunque el precio del olvido implique nunca volver a ser el mismo.