Vacaciones

Las pasadas vacaciones han sido unas de las peores que recuerdo. Me encantaría decir que al menos descanse, pero ni siquiera logre hacer eso. Pase los primeros días haciendo trámites y papeles, caminando por toda la ciudad y recorriendo colegio tras colegio, buscando encontrar en alguno de estos, algún interesado en contratar los servicios de mi trabajo, pero entre la influenza y el actual panorama económico la situación resulto mucho más difícil de lo esperado.

Los días pasaban e inevitablemente el stress se acumulaba. No solo eran las llamadas todos los colegios para averiguar los datos, era caminar durante horas tratando de que alguno resultara interesado en los servicios, solo para darse de puerta en la cara, era un poco de stress que se acumulaba más y más cada día. Tras pasar toda la mañana, escuchando excusas, enviando mails y caminando durante toda la mañana, dedicaba la tarde a buscar otro empleo, uno con un sueldo fijo, uno que me alivianara un poco el stress y me ayudara con la economía.

La mezcla de todos estos factores más el hecho de que mi madre pasara por una recaída de su enfermedad no hicieron nada más que asfixiarme entre tantos problemas, el continuo trajín del día a día mezclado con mis crisis internas me empezaron a llevar lentamente a un estado de locura. La desesperación se transformo en parte diaria de mi vida, el constante mal humor no hizo más que deteriorar mi relación sentimental y mi vida privada.

Ya para el final de mis vacaciones, las cosas en el ámbito sentimental empezaron a flaquear, mi pareja empezó a sentir que me alejaba, que pasaba demasiado tiempo con la cabeza en otros mundos y no lo suficiente con la cabeza en el. Por azares del destino decidió que lo mejor y más “saludable” era terminar la relación. Y eso fue todo, el decidió que luego de cuatro años lo mejor era que dejáramos las cosas allí. Es triste, y más que nada es doloroso, no voy a entrar en detalles sobre lo mal que la pase y lo mal que lo sigo pasando, pero así son las cosas, duras, difíciles, complicadas. Y así fueron mis vacaciones. Llenas de contratiempos, de problemas, de stress, e inevitablemente, llenas de tristeza.

Y ahora estoy de nuevo en clases, no extrañando las vacaciones, no extrañando nada. Es un poco deprimente, que no tenga buenas anécdotas que contar, pero es así como son las cosas, y decirlo de otra manera seria mentir. Tal vez obra en mí esta punzante depresión y el sentimiento de impotencia por no poder haber hecho algo, por no darme cuenta de que todo estaba derrumbándose encima mío. Y que ya era demasiado tarde, como para dar el último movimiento de desesperación.

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