Pensamiento Estupido



Veo una lata de Coca Cola, y pienso en ti. Escucho la palabra “México” y me acuerdo de ti, de tu familia, y de nuestros amigos. Cuando, por alguna desgraciada razón, escucho a Café Tacvba en la radio o en el Mall, recuerdo con dolores casi menstruales, las promesas que dejamos a medias. Cuando se me antoja jugar WOW, recuerdo las charlas hasta la madrugada, las raids y las risas en nuestro tiempo libre. Y Créeme, que no quieres saber todo lo que recuerdo cuando abro Skype o cuando veo la Webcam

Es una manera estupida de pensar, a la cual, afectuosamente llamare P.E. o pensamiento estupido, llamado asi, por que es estupido, a niveles insospechadamente normales, asociar cosas, imágenes, palabras o ropa a una persona. Por que claro, ¿Que culpa tiene la pobre lata de gaseosa de que al final termináramos quitándonos el habla el uno con el otro? También esta exenta de culpa la canción de los sexualmente ambiguos cantantes de Café Tacvba “El Baile y Salón” de que al final, en lugar de bailar juntos, tu terminaras bailando en la cama de alguien mas.

Es parte del P.E. mantener un cierto nivel de esperanza oculto entre los mares de estupidez que te llevan a ponerte en posición fetal cada que recuerdas el por que las cosas ya no son como antes. Y es que todos tenemos un momento de P.E., cuando nos acordamos de que hace años no hacemos algo que nos gusta, cuando recordamos que el infortunio, o mas bien la vida nos arranco de las manos la felicidad, como una gorda que le arranca un jamón de las manos a un mesero, o cuando simplemente pensamos en lo desafortunados que somos cuando no podemos tener lo que queremos.




Lastimosamente, énfasis en lastima, a todos los que nos golpea el P.E. nos termina quedando un sabor a melancolía en la boca. Aun quedan esas ansias de tener algo que no es necesario, de volver a tierras perdidas, de retomar cosas inretomables. Como prescripción, lo mejor para dejar el P.E. atrás, es dejar de excavar en las memorias, como quien busca oro en una montaña abandonada, y ver hacia delante, hacia el futuro a medias que puede o no puede ser terminado, por que a veces, y solo a veces, este estupido pensamiento puede ser la premonición de un resultado favorable.

Tal vez no hoy, tal vez no mañana, y probablemente nunca terminaremos retomando las cosas que perdimos, pero hay dos cosas que terminan pasando de todas maneras. La primera, o el pensamiento estupido nos agarra a patadas hasta dejarnos en coma, tras lo cual o lo superamos o repetimos el proceso de maltrato hasta que lo superemos. Y la segunda es que, aunque no lo queramos, toda esta estupidez enseña, enseña a sobrevivir, enseña a continuar luchando contra la marea, enseña a caerse y levantarse, a seguir con la cabeza en alto y a esperar que un día, todo salga absolutamente bien. ¡Que alguien me traiga un café, que ya me puse denso!

Cadenza


Mirando la ventana en silencio me pregunto cuánto tiempo paso desde que el castillo de cartas en el que dormía se desmorono.

Ahora en este punto de mi vida, en el cual tengo las manos vacías, pero el corazón lleno de esperanza, me pregunto qué hay detrás de esa densa neblina que me cubre los ojos. Desde que el viento se llevo mis cosas por la ventana, fumo y escribo más y mejor –en ambos casos- de lo que solía hacerlo. Desde el día en el que el paraíso se cayó por la ventana y se destruyo en mil pedazos, me di cuenta que tengo tantas cosas buenas como malas en mi interior, que tengo piezas que no funcionan correctamente en el mecanismo de mi vida, y que tenía la dirección mal puesta.

Sentado escribiendo, con la música inundando la habitación, me doy cuenta que ya nada es como antes. Yo no estoy esperando a un tren que nunca va a llegar, ya no estoy pendiente de mi correo, a ver si algún día todo se detiene y recibo ese esperado correo. Ya no hago viajes hacia Miraflores a encontrarme con mi antidepresivo, y tampoco paso los fines de semana pensando en que mientras yo haga lo que haga, aquel chico que se llevo mi corazón se encuentra encamándose con alguien más. Escribo y pienso en mi trabajo, en las cosas que voy a hacer, en los sitios a los que quiero ver. Y es que hay tantas cosas que se me quedaron atoradas en la garganta, pero son aun más la cantidad de cosas que han quedado por hacer, después de todo, este es el momento de ver solo por mí.

Termino de escribir sobre el trabajo, sobre las cosas que hago ahora. Pienso, y siento, que en este instante de mi vida, cuando estoy parado sobre los resto de sueños partidos, pensar en el pasado no sirve de nada. No le puedo dar amistad a alguien que nunca considere mi amigo, porque, entre amante y amigo hay una gran diferencia, una vez que tu amigo se vuelve tu amante, ya no hay vuelta atrás, imagino entonces, que por eso se le hace más fácil a él y al resto del mundo, encontrar un amante que casi no conoces. No puedo perdonar a alguien que no busca perdón, y puedo sentirme mal por todos mis errores, pero eso no cambia nada, no quita el hecho, de que mires con otros ojos, aunque tu alma te diga entre susurros que aun extrañas el mundo que dejaste atrás.

Las vueltas de la vida me han llevado a un lugar en el cual no creía llegar nunca, un espacio casi olvidado en el mundo que no quería recordar. En mi habitación ya hay nuevos recuerdos, hay nuevas palabras e incluso, nuevas personas. Pero a pesar de todo, guardado en una sucia y vieja caja, se ha quedado el recuerdo de lo que llevo a ser como soy. Ya no está esa mujer que camina con fuego en las manos, sin darse cuenta que quemara su propia carpa y a sus propios actores, ya no está el príncipe de espadas, con un alma mas filosa que su lengua, dispuesto a dejarse llevar por el encanto y la frivolidad, se llevo la sangre de los labios, del príncipe de cristal. Y ya no está, el rey del castillo de cartas, el dueño del corazón de cristal, se a marchado y a dejado roto el tesoro que tan bien guardo. El reino se ha cerrado para ellos, el príncipe de cristal se ha quedado sentado a los pies de las cartas regadas por el suelo, con una maraña de palabras en la garganta, pero solo una en la boca: “Termino.

Poema Perverso

Págame con tu sonrisa, la deuda de te quiero que tenemos, y si nos ponemos exigentes, entrégame tu cuerpo para saciar con él, lo que queda del interés. Si llego a hacerte falta, no me lo digas, cállalo para que al encontrarnos el deseo y la pasión desborden como espuma de cerveza sobre nosotros. Cuando me recuerdes con nostalgia, saboréala como un caramelo amargo, pues quizás, no dure tanto como tendría que durar.

Si tu corazón, o en su defecto, tu cuerpo, se enciende llameante por el recuerdo de mi persona, no dudes en hacérmelo saber, pues no quiero que olvides la forma de mi cuerpo, ni el color de mi piel. Si extrañas mi voz, recuérdame en silencio, para que al hacerlo, susurre perversas y obscenas ideas a tu oído, haciendo que tu cuerpo tiemble envuelto en el recuerdo

Y si por alguna estúpida razón, crees que deje de amarte, juega tus juegos, haz tus cosas, miente con todas tus mentiras, calla todo lo que tengas que callar, aléjate todo lo que quieras, y cuando el recuerdo del pasado no te deje dormí en paz, cuando el color de mis labios despierte en ti calor, cuando el tono de mi voz te evoque tiempos de placer, y sobre todo cuando tu corazón exija y extrañe mis palabras, golpea tu cabeza fuertemente, date la vuelta y date cuenta, de que aun estoy aquí.

Podrido



Éramos una alegre pareja. La pareja mas melosa que cualquiera de nuestros amigos hubiera conocida, de esas que salen en portada de revistas como si fueran maniquíes. Ahora, sin embargo, ya no somos nada de nada, no nos ha quedado ni la sonrisa perfecta. No, claro que no.

La vida, el tiempo y en cierto modo, nuestra propia mano, termino por descomponernos, transformarnos en todo lo que no queríamos ser o volver a ser. Nuestros te amo, se fueron pudriendo, como una manzana que alberga un gusano en su interior, corrompiéndose hasta volverse un silencio. Nuestros momentos juntos, regresionaron desde su etapa de encuentros llenos de romance pasión e interminable ternura hasta saludos cada vez mas mecánicos y fríos. A nuestra comunicación se le pasó la fecha de expiración y se fue transformando con el paso de los días en aversión. Mi gran admiración hacia ti, fue descomponiéndose en repulsión al enterarme de tu nueva vida, de las promesas rotas y las palabras que saben a mentira.



La putridez de la situación indudablemente me alcanzo a mi también, mi frigidez fue descomponiéndose en fragilidad. A mi autosuficiencia le salieron hongos verdes y mohosos transformándola en dependencia, mis ideales se consumieron solos, cayendo rápidamente como fruta podrida desde un árbol, dejando regado en el suelo una composta de obsesiones incontrolables.

Todo lo que teníamos, ahora no está más que podrido, el no es aquel al que recuerdo con tanto aprecio, y yo no soy el que se desvivía en cada segunda por respirar el mismo aire, y es que ambos, pero principalmente el, transformamos el romanticismo e idealismo en un fétido facilismo y conformismo, que no hace más que dejar un aroma a podredumbre e insatisfacción. Nos embarramos cada vez más en la porquería que nos rodea, llenando de mierda nuestros cuerpos, cuartos, bocas, camas, almas y mentes. Bañados en los desechos, en los restos de lo que alguna vez fue el árbol de manzanas doradas que creció en nuestro patio, nutriéndose de nosotros.

Yo sigo aquí, con un sabor a mierda en mis labios, sosteniendo en mis manos una semilla, una inocente semilla que se quedo entre toda la putrefacción en la que estamos parados. La triste semilla, del amor que se nos pudrió.