Manifiesto





Los días pasan.

Y yo no aprendo. Al parecer me gusta sentirme herido y lastimado, es eso o simplemente soy demasiado crédulo como para darme cuenta de mis limitaciones, de la incontrolable manía que tengo por prenderme fuego cuando más volátil y débil soy.

Me dijeron, entre susurros, como para sacarme del letargo que escribimos mejor cuando estamos hechos mierda, cuando nos desgarra el alma un sentimiento o una decepción, me preocupa algo eso, que lo único que puedo hacer bien es escribir sobre derrotas, sobre problemas e inevitablemente sobre la única persona que toma mi corazón y barre el piso con él. Un derrumbe interminable de caos y descontrol al cual intento volver algo medianamente interesante.

Lo siento de verdad, lo siento por que no soy lo suficientemente fuerte o bueno como para cambiar mi propia realidad, lo lamento tanto, para conmigo mismo por ser tan terco y descontrolado, por creer cosas que no son, por entregarme ciegamente no una, ni dos, ni tres veces, sino todas las que fueron necesarias, tantas que ya he perdido la cuenta. Lo siento por ser tan estúpido de esperar una solución mágica, lo siento por decepcionar a la gente que ha esperado más de mí y a los que no esperaban nada haberlos decepcionado aún más. Lo siento por que al final de mis días siempre vuelvo a bailar ese mismo ritual de sacrificio que tantas veces he representado ya. No lo siento por todos los que dejo y deje ir porque sé que fue para mejor, ahora que cada uno de ellos encontró lo que necesitaba, lo que busco en mí y no pude darles. Al otro lado de la moneda le ha tocado quedarse con los suyos, al heredero del silencio le toco la buena fortuna de que las cartas y el destino le sonrieran en su camino. Al ladrón le fue mejor de lo que esperaba y encontró alguien a quien treparse, mientras que el prostituto cualquiera disfruta cada segundo la el vacío de su vida. Y por su parte los príncipes marcaron su territorio, y casi obligado yo marque mi distancia al entender que las piezas no terminan de encajar, que no hay un espacio entre nosotros en el cual entre un pobre y triste desahuciado con la enorme carga emocional como soy yo y que antes de romper el recuerdo es mejor romperse uno mismo.


Así que el precio que pague fue enorme nuevamente, y otra vez, para no perder la costumbre me he quedado con las manos vacías, he tenido que devolver todos esos besos y cariños que tome prestados por que al final nunca fueron míos, solo eran alquilados. Yo quise, yo ame, yo me entregue, yo mentí, yo confié, pero nada de eso cambio absolutamente nada. Casi dos años después parezco atorado en el mismo lugar, con más heridas que en esa ocasión. ¿Me arrepiento? Por supuesto, de demasiadas cosas, de no ser lo suficientemente decidido como para vomitar algo que no sea sangre –como ahora- en lugar de vomitar un sentimiento inútil y podrido, y quizás por esa podredumbre que hay dentro de mí no he hecho sino arruinar la vida de los incautos que quisieron tomar el riesgo, suena completamente compareciente, no más que este post en general, pero parece que la clave para solucionar esos problemas a medias es tener una relación fugaz conmigo para luego dejarme.

Así que aquí estoy, frente a un monitor con un horrible sabor a sangre mezclado con nicotina y esa presión terrible que corre desde el estómago hasta mi cuello. Estoy de nuevo escuchando las mismas canciones que me golpean cuando ya estoy en el piso, corriendo hacia las mismas personas que siempre me han prestado su abrazo no para llorar sino para morderme la lengua y apretar los puños hasta que goteen la frustración. Siempre creí que él era un cobarde, por escapar de mí, por no decirme las cosas frente a frente, pero me doy cuenta que el verdadero cobarde soy yo, porque tengo miedo de quedarme sin lo único que alguna vez me hizo especial, por quedarme vacío por completo sin siquiera guardar las memorias, sin tener esa reserva de esperanza que tantos años tuve, soy un cobarde porque construí mi vida alrededor de una persona maravillosa que hace mucho tiempo me dejo, y ahora que no queda ese soporte, solo desapareció y esa persona se esfumo en el tiempo solo quedan paredes débiles y a punto de colapsarse. Así que eso soy, un triste cobarde que aún espera mails o respuestas, que espera actos de valentía que probablemente no merece. Nadie me dijo que esto era lo correcto, y con total razón, aunque hubo algunos que me apoyaron pese a todo, hoy creo que toda esta estupidez ha sido la más grande que he cometido con respecto a este tema que tiene tan harto a todo el mundo, pero no hay de otra y así son las cosas, un error tras otro todo por la existencia de un amor erróneo.

Así que levanto las paredes de nuevo, borro de ellas los números y nombres de todos los que he dejado ir como precio de un ritual inútil. Grabo con sangre en mi piso la cantidad de veces que una sola persona me ha hecho trizas. Intentando encontrar un espacio respiro, cierro los ojos y recuerdo que ni siquiera como objeto o suplente he podido satisfacer las expectativas o acoplarme al ritmo de quienes me han necesitado, y que entonces, tal vez sea tiempo de volver a depender del aire, del silencio, de escapar del mundo y volver a esconderme debajo de esa cueva formada por todas las palabras bonitas pero marchitas y los sueños rotos. Empezar una cuenta regresiva antes de volver a dejar de ser yo y volver a ser un esclavo de otros, sirviente absoluto y maquina sin cerebro, dirigido en completo silencio y con el corazón rendido hacia un futuro incierto, hacia las calles solitarias de otro país, hacia un caos aún más grande del que espero no poder salir.

Todo sea para olvidar que otra vez caí en el mismo juego. Así que seguiré avanzando, hasta que se rompa, hasta que sangre, hasta que se marchite por completo.

La caida






Es curioso, muchas veces sabemos lo que esta por venir, que el golpe es inminente y la catástrofe también, pero aun asi la terquedad o en casos como el mio, la prepotencia de creer que somos diferentes, mágicos y especiales, con la suficiente capacidad como para hacer cambiar algo o a alguien, para poder obtener ese sueño efímero y adolescente que hace tanto tiempo debi dejar atrás.

Llevo muchos días sin sentarme frente a la hoja en blanco del Word, y no es por que no quisiera o no tuviera el tiempo suficiente, era por que estaba, o bueno, estoy atrapado en un libo, un espacio intermedio donde no se que hacer o a donde ir. Y es que el ha vuelto, ha vuelto y me ha tomado por sorpresa como siempre, con la guarda baja y el corazón abierto, como siempre que se trata de el. Me ha encontrado recuperándome de los excesos, lamiendo las heridas y deseando que los coqueteos indirectos se volvieran algo táctil, firme y real. Pero no, asi no fue, ha pasado lo que yo esperaba muy contra mi voluntad, pero que muy en el fondo sabia que pasaría. Y es que todos y cada uno de mis conocidos se había encargado de hacer que la posibilidad de estrellarme de nuevo se mantuviera clavada en mi cerebro, y tenían total y completa razón, me he vuelto a comer el cuento entero, a sabiendas de las consecuencias para con mi integridad emocional.


Entre correo y correo, han resurgido esas retardadas esperanzas que ya se habían asfixiado bajo mil capas de ira, enojo y sobre todo desilusión, pero no fue suficiente, y es que con el nunca es suficiente, el cuerpo cansado y frágil no tiene la capacidad de contener la locura, desenfreno y estupidez por las cuales soy tan característico, ese deseo absurdo que me vuelve a empujar al vacio. Con las maletas casi listas y la brújula apuntando hacia Argentina estaba dispuesto a dejar todo atrás, pero no, me he vuelvo a quedar quieto, recostado contra la pared y con el corazón latiendo violentamente con una mezcla de emoción, deseo, y sobre todo miedo, miedo a la incertidumbre. Durante tantos días nos hemos enviado diaria y religiosamente correos, cada uno mas meloso que el anterior, ayudando a complementar la maravillosa ilusión y el sentimiento de que todo saldría bien. Pero todo eso no es suficiente, con el nunca nada es suficiente, mucho menos cuando una parte de ti vive asustada y entre los “Te amo” que no llegan a ningún lado y las promesas que no parecen despegar mas allá de las palabras y nunca transformarse en actos. Quizás esa es la razón por la cual no me sorprende estar en el piso de nuevo, por eso el tropezón no me duele, así como los “lo siento” no se sienten si es que el sentimiento de culpa o de remordimiento.

Así que estoy en el piso de nuevo, preguntándome ¿Ahora que? A lo que la voz mas recóndita dentro de mi cabeza susurra “Ahora vamos a hacer presión hasta que se rompa”. Ya soy un experto en tomar malas decisiones, así que con los ojos cerrados intento tomar una correcta por una vez en mucho tiempo. Casi en silencio vuelvo a solicitar una audiencia con el príncipe, el único, el real. No hay respuesta inmediata y no la espero. Me vendo los ojos y amarro mis manos, murmuro por lo bajo y espero a que llegue mi turno. Alguien tiene que salvarme de mi mismo y la locura que representa en no aceptar que no duelen las caídas solo porque ya me acostumbre a ellas. Así que mientras las horas pasan y tomo malas decisiones que puedan vencer a la adicción me pregunto ¿Luego de esta última caída y levante, quedara algo más que ofrecerle a los buitres? ¿Algún pedazo oculto de dignidad y auto respetó escondido entre mis huesos?

El ultimo susurro es para rendirme y expresar mi cooperación absoluta.

Excesos





5 dias fuera de la rutina


I

Miércoles por la tarde, el cansancio me puede más que las ganas de divertirme, estoy algo adormecido en todo el cuerpo pero aun así llego al centro comercial. Camino por tiendas, veo ropa que no puedo comprarme y cosas que no puedo tener, reviso el reloj constantemente. Hoy es la despedida de Sebastián, en unos días viajara a la selva por un mes, y aunque nuestra relación no es la mejor estamos en plan de amigos y sé que lo voy a extrañar. Bajo y subo escaleras una y otra vez, y acaricio mi brazo lastimado. Hoy mientras hacia mi nuevo horario me ha preocupado más ver cuantas horas voy a dormir entre clase y clase que las posibilidades de tener tiempo libre para hacer algo mas, ya no es como antes que buscaba armar horarios con huecos entre clases para tontear o hablar con alguien, ya no me interesa eso, perdido en ese pensamiento tropiezo al subir al bus cayendo de cara contra las escaleras.

Pero eso no importa ya, al fin son las 7 y me dirijo al punto acordado. Aunque somos un pequeño grupo y debemos conocernos como máximo un año existe un gran cariño entre nosotros. A Alejandra y Harumi las he tomado como mis hijas y ellas me han tomado como su padre adoptivo cuando es necesario, las quiero y me enorgullezco de sus éxitos aunque muchas veces no pueda seguirles el ritmo característico de la juventud. Con Sebastián la historia es diferente, estoy muy lejos de ser una figura paterna o de respeto para él, soy una especie de juguete para masticar, nunca nos enamorarnos pero siempre aprovechamos el tiempo para morder y masticar un poco del otro. Hace mucho que no hay contacto físico entre nosotros, quizás porque lo aburrió mi rutina o porque a mi dejo de interesarme llevar mordidas en el brazo, pero nunca dejamos de hablar, solo que ese pedacito de intimidad dejo de importar, y fue remplazado por las ocasionales bromas y mofas sobre el resto de gente y las partidas de League of Legends.

Nos desplazamos por el centro comercial, no está infestado de gente como en un fin de semana, pero igual y es un poco difícil navegar entre las personas, mientras buscamos a donde ir sugiero Fridays, pues Harumi y yo nos debemos una comida allí y una Happy Hour que jamás tenia pensada cumplir. Acomodados en los sillones empezamos a conversar. Alejandra quiere pagar los tragos pero yo me rehusó, no porque no me gusten que me inviten sino porque ese sentimiento paterno me dice que debo hacer lo posible para que conserve su dinero. Harumi por su parte, revisa la carta y busca los tragos mas exagerados y me dice sonriendo que quiere verme tomar, a lo que le respondo que no, que sigue sin gustarme el alcohol aun después de nuestra fiesta de año nuevo, Sebastián me mira de reojo y le hace un comentario al oído a Harumi lo cual ocasiona risas entre ellos y yo hago de cuenta que el menú es muchísimo más interesante que la conversación. Unos 15 minutos después, ella y Sebastián han escogido dos tragos para probar, Alejandra y yo –que hemos seleccionado cuidosamente que vamos a tomar hace mas de 10 minutos- los miramos con algo de desconfianza, y como es Happy Hour, Harumi anuncia sonriente que tendremos dos Mojitos por el precio de uno. Llega la comida, que debido a nuestros bolsillos es algo muy pequeño y se acaba casi inmediatamente y luego los tragos, los tres me invitan a probar un poco del Mojito, Sebastián argumentando que está mucho más suave de lo que esperaba y que sabe casi completamente a Sprite. El primer sorbo me sabe a mierda y como si estuviera comiendo algo extremadamente amargo mezclado con menta. Sebastián ríe ante mi cara de asco y Alejandra se apresura a quitarme el Mojito de la vista, con algo de apuro tomo la sal en la mesa y la lanzo a mi boca para quitarme el desagrado de encima, a Harumi toda esta escena le parece muy divertida. Tomo un segundo sorbo solo porque me da curiosidad y me sabe igual de mal. Sebastián me dice que igual tenemos que tomárnoslo Alejandra y yo por que ya pagamos por el, lo que ocasiona que le dé una vuelta a mis ojos con algo de enojo, pero al final por no discutir de mas con Sebastián y engreír a Harumi lo hare. Ale me recomienda que no saboree el trago y eso intento y la tercera vez es menos molesta, pero ya me empieza a quemar la garganta, aun así me pido un té con manzana para quitarme el sabor de encima. Entre risas y anécdotas llega el tercer trago, que parece una piscina y me seduce con su color, tiene Helado de vainilla, Bailey, Vodka, Chocolate y Crema de café por lo cual imagino debe ser mucho más dulce. El primero en atacar es Sebastián junto con Harumi mientras Ale les toma una foto, luego de la respectiva foto me alcanzan la copa enorme, Alejandra comenta que ya estoy algo colorado pero yo solo me rio porque esto tiene el efecto que estaba esperando de esta salida, pasármela bien, y creo que el margarita tiene algo que ver en mi espontaneo buen humor.



Y entonces doy el primer sorbo, es la primera vez que pruebo alcohol que me guste, doy un segundo sorbo más prolongado y seguimos riéndonos, al tercer sorbo estoy demasiado colorado para que sea solo el calor, al cuarto sorbo –que cada vez me sabe menos y me adormece mas- el calor me puede y le digo a Sebastián que está a mi lado que lo odio por esto el me mira de reojo y no se ríe pero aleja la copa gigantesca de mi. Harumi, que también esta alegrona, se acerca a mí y me abraza y yo acerco la copa por que el helado me refresca y doy un trago mas donde ya no me arde la garganta y todos los colores se ven más vividos. Alejandra como buena hija me arranca la copa y me toma la mano recordándome que al día siguiente tengo que ir a trabajar, y yo como un buen padre no le hago mucho caso y tomo otro trago antes de recostarme sobre la mesa. Alejandra y ahora Harumi deciden que no debo tomar más y Sebastián procede a vaciarse la copa no sin antes robarle un sorbo más. Alejandra preocupada se lleva la copa y ella y Harumi se la acaban mientras yo me rio y veo que todo se mueve ligeramente. Nos paramos para irnos luego de pagar y de hacerle ojos al mesero muy descaradamente. Al intentar pararme golpeo mi cabeza contra la lámpara sobre la mesa y caigo al sillón rendido, riéndome como loco y resbalándome de él hasta caer al piso. Alejandra y Harumi se acercan y yo me levanto aun riéndome hasta que salimos del local. Aun preocupados por mi me embarcan en el auto y yo no sé si por el alcohol o por algo más me voy riéndome por allí hasta que no doy mas y llego a casa. Pienso en cosas, posibilidades pero mi mente está en otro lado, nada me afecta y todo me parece divertido. Me duermo tarde con el mareo y calor incontrolable.

II

Jueves por la mañana, creo que llegare tarde al trabajo. El dolor de cabeza es más fuerte esta mañana, imagino que es el alcohol, tengo algo de nauseas y aun me duele el brazo por la caída de ayer, me intento arreglar y darme una sonrisa que el espejo me devuelve sin ganas. Me visto y apresuro a salir.

Es de tarde y es un día demasiado atareado en el trabajo, no saque de mi maleta dos pedazos de pizza de ayer que no se ven mal y el dolor de cabeza me empuja a comerlos. Luego como el hambre post estragos me invitar a seguir comiendo dos bolsas de palomitas de maíz serán mis nuevas víctimas, parece que no me puedo detener el día de hoy. Tras la tarde medio con nauseas que considero son porque tengo antojos y no tengo ganas de nada mas me empujan a comer un paquete en Mc Donald. Grave error, eso solo me da un mareo más grande que intento sofocar con mentas que también me dan más nauseas. Todos los jueves siempre son largos pero este se ve estratosférico. No sé si las nauseas son por el alcohol o la comida y no me importa mucho en realidad por que no son tan pesadas. Ya casi antes de irme me piden que por favor valla a dejar unos paquetes al hospital en donde la esposa de mi jefe acaba de tener sus mellizas.



Desganado llego al hospital, sucede que los odio con un fervor incontenible y aunque esta clínica es medianamente elegante no puedo evitar sentir el escalofrió de la tragedia rodar mi cuerpo y el recuerdo borroso de que hace unos 18 años cruzaba esta sala en una camilla para que me cocieran la cabeza. Hace demasiado calor y llego al quinto piso mucho mas agitado de lo que estaba cuando entre. Entre sudor y cansancio espero a mi jefe en la sala de espera, el sale radiante como todo padre. Yo solo le doy sus regalos y hablo con él un poco sobre el trabajo, sobre como nuevamente la gente intransigente espera que aparezca el día de mañana para trabajar, nos reímos un poco de eso, algunas veces la gente olvida que el resto de personas con las que trabajan también son gente con necesidades y prioridades. Así que aunque quieran que vuelva a trabajar, mi jefe que es gerente se ríe y me da una palmada en la espalda, antes de preguntarme si quiero ver a sus hijas recién nacidas, mas por compromiso que por interés acepto y camino a su lado hasta las incubadoras. El resto de su familia se aglomera frente a la ventana a ver a las dos nuevas integrantes de la familia Von Hesse, lo que pasa a continuación me desconcierta demasiado, la cortina se levanta y dos niñas una rubia y una morena se encuentran respirando y moviéndose ligeramente dentro de las cajas de cristal, una especie de instinto me golpea el pecho, he recordado ese deseo callado de ser padre, esa necesidad de dejar una huella en este mundo y de tener una familia que nadie pueda arrancarme de las manos. No me gustan mucho los bebes pero verlas allí tan indefensas me recuerda que alguna vez la promesa de una familia con tres niños era lo que me motivaba a quedarme horas extra en Starbucks.

Duermo en el camino de la clínica a mi casa, estoy demasiado cansado y sin embargo aun tengo mucho que hacer. Al llegar a mi casa me encuentro con Andi, quien es mi primera hija. Ella ha estado conmigo desde hace tantos años, me gusta pensar que hemos crecido juntos. No siempre se lo digo pero tiene toda mi confianza, es una de las pocas personas que me ha arrastrado lejos de mi mismo cuando he tocado fondo y pensando en acabar con todo y todos de una buena vez. Me da un paquete con las cosas que he comprado para mi computadora, un disco duro, una memoria y una tarjeta de video, en el fondo siento que es un exceso, que en realidad no necesito tanta memoria como la que estoy comprando pero creo que más que eso necesito gastar ese dinero antes que tenerlo guardado en un cajón atormentándome con los posibles e inciertos de los que está hecho. Andi me pregunta como estoy mientras me meto a la ducha, le digo que como siempre, ni bien ni mal, con las ganas de tener algo que no puedo tener, ella no comenta ni a favor ni en contra, solo le sube el volumen a la canción deprimente que estamos escuchando “Se llamaba soledad y estaba sola, como un puerto maltratado por las olas” Solo, así me siento la mitad del tiempo, ni David ni ninguno de los demás me ha podido quitar el sabor a soledad de la boca, no me siento solo por que no tenga a las personas que quiero tan cerca como me gustaría, me siento solo porque parece que nadie nunca está de acuerdo con lo que hago o no parece interesarles lo que hago. Murmuro el nombre de esa persona a la cual sigo extrañando mientras salgo de la ducha y me arreglo. Andi me espera en la puerta de la habitación y salimos, le doy un beso en la frente para recordarle que la quiero mucho antes de abordar otro bus hacia el centro comercial.

Anthony me está esperando, es la segunda vez que nos vemos pero me ha pedido ayuda con un tema muy delicado como es la ropa, sobre todo para su graduación. Caminamos por tiendas rápidamente porque me siento algo mal pero hacemos una parada en Starbucks. Nos reímos mucho y tengo que admitir que me cae muy bien a pesar de que no somos para nada parecidos, es una suerte de hermano mayor, que tanta falta me hace en estas épocas de descontrol e inconstante cambio emocional. Mientras elegimos corbatas hablamos de nuestros planes e ideas, de lo que queremos hacer. No puedo evitar llenarme la boca con los sueños a medias que tengo, ese montón de ideas que quiero realizar y por las cuales estoy encadenado a un trabajo que no me gusta del todo hasta que pueda tomarlo por las astas y domarlo bajo mi mando, pero la pregunta de “¿Qué planes tienes?” siempre es difícil de responder, no porque no sepa que es lo que voy a hacer, sino porque no es lo que realmente quería, es el plan de emergencia diseñado específicamente para salir adelante y no dejar todas esas ideas y pretensiones mías a la deriva. La verdad no estoy muy seguro de porque quiero arriesgar todo en Argentina, pero creo que es un exceso que debo cometer, lanzarme al vacio sin nada que me recuerde mis errores y el dolor, sin nada que me atormente mientras la vida y las oportunidades aceleran junto a mi arrastrándome hacia delante.

Mientras conversamos en la banca me empiezo a sentir mal, mi brazo se empieza a adormecer debido a las venas hinchándose, desde hace varios meses que mi salud empeora mas. No se porque, y la verdad dudo que sea algo más que los achaques de la depresión, creo que me he abandonado demasiado, aunque en general podría decir que he abandonado todo, desde mis intereses originales hasta mi pretensión de alcanzar un bien mayor por encima del personal. Cuando el latido de las venas empieza a molestarme y el mareo me puede es cuando me voy, pidiendo disculpas por la súbita retirada subo al primer bus que puedo, y en el camino una especie de viaje psicodélico da comienzo en mi cabeza. Entre el calor, la agitación y el mareo tambaleo hasta la cama y me quedo dormido envuelto en la nausea

III

Viernes en la mañana. Todo me da nauseas y no quiero comer absolutamente nada, he decidido que tratare de privarme de todo. Caigo en cuenta que el hígado es la principal razón por la cual todo me da nauseas hoy. Estoy tarde por haber estado vomitando la noche anterior y esta mañana, mientras el taxi me lleva hacia el trabajo recaigo en que a pesar de todo lo que intento siempre tomo las peores decisiones, puedo decir con todo orgullo que soy bastante más estúpido de lo que creía. Cuando al fin llego a la oficina, correctamente vestido y arreglo me recibe el aroma de la grasa de las palomitas de maíz. Las nauseas me invaden, así que salgo corriendo al baño a remojarme. Mensajes de texto por aquí y por allá con Anthony para no caer en un coma por lo que queda del día. El reloj parece detenerse, estoy pagando el precio de excederme con la comida y con los limites de mi ya trastornado cuerpo.

Paso el día arrastrándome, buscando las maneras de no morir. Al final del día Yoyo viene por y vamos a algún lugar a comer, tengo demasiadas nauseas y siento que moriré, pero Yoyo me lleva a comer una ensalada. Gracias a las pastillas y la ensalada me siento como nuevo pero el sueño me vence, por que ya estoy cargando dos días de excesos así que le suplico a Yoyo que me lleve al Box del karaoke en el que vamos a pasar la noche, tras varias insistencias acepta. Cuando llegamos sin dar mas ceremonias me lanzo a uno de los sillones y me lanzo a dormir preocupado de no babear mi camisa, y es que si ya había llegado hasta aquí sin vomitarle encima no iba a mancharla.




Creo que logro dormir una hora y algo, pero luego la caravana de personas entra al box. Canto bailo grito, miro a un chico al que nunca había visto en mi vida y cantamos una canción juntos, me pierdo en sus ojos por un rato, sigo gritando entre canción y canción. Se acerca un poco mas y yo lo miro de reojo, aprendí a hacerme el difícil entre tanta relación fallida, aprendí a no lanzarme. Cigarros van y vienen, de pronto todo el malestar del día no es mas que un recuerdo, intento ir por un Red bull pero mis bolsillos están mucho mas vacios de lo que esperaba y me quedo con las ganas. Pasan las horas y nos dan la cinco, no doy mas, los ojos se cierran de a pocos y quiero lanzarme a dormir. Tomamos el taxi y pienso hace cuanto que no recorría la ciudad a esta hora.

Aun en el taxi pienso que toda la música tiene un significado, una historia, que todas las que sabia eran por algo, por alguien, por situaciones. Reconozco además que puedo aceptar que me atraiga alguien pero no tengo el interés suficiente para lanzarme, y empiezo a temer que todo lo que hago no me apasiones, no me emocione. Creo que la frigidez le esta ganando a mi interés y todo se ha vuelto una carrera por dinero por encima de una carrera por la felicidad. La decepción me ha quitado el deseo juvenil de ser uno de esos seres extremadamente felices que van por el mundo haciéndole el bien a todos, enamorándose con rapidez y teniendo sexo como conejos, hasta cierto punto, creo que el sexo se me hace aburrido ahora. No le doy mucha importancia a todo este pensamiento y me lanzo a dormir

IV

Sábado a la media tarde, despierto sin recordar claramente que paso los otros dos días, según los planes hoy es el último exceso, la fiesta de despedida de Sebastián. Me arreglo, ni mucho ni poco, se supone que me van a presentar a alguien pero luego de todo lo que ha pasado las ganas de dormir son más que mis ganas de excederme con algo más. Una parte de mí, en una voz pequeñita me susurra al oído que lo adecuado es seguir arriesgando todo esta noche también, y la verdad no estoy tan seguro de que tan mala idea sea. Cuando ya es la hora adecuada salgo de mi departamento y me dirijo a recoger a Harumi para irnos juntos a la fiesta.

Camino por la calle y paso por el instituto, solo pienso en todo lo que tengo que hacer y lo que quiero hacer. Las cosas que quiero hacer son tan diferentes ahora, siento que he tenido que cambiar de planes tantas veces, adaptarme, acostumbrarme, sobrevivir a todo eso que no quiero enfrentar que mis sueños han perdido personalidad, gracia, estilo. Antes mi ambición más grande era casarme con el amor de mi vida y tener una casa enorme que me volviera la envidia de los estúpidos vecinos que me tocaran. Ahora solo quiero sobrevivir, llegar lejos, machar el universo y morir en paz, dejando una marca en la historia, como las uñas que se clavan los amantes al hacer el amor.

Harumi como siempre esta extremadamente linda y bien arreglada, cuando llegamos a la fiesta casi no hay nadie, no conozco a nadie y me niego a conocerlos, ando tan pegado a Harumi que la gente empieza a creer que somos novios y eso nos arranca una sonrisa. Es tan gracioso como algunas personas pueden ser tan ingenuas, y creo que por eso adoro tanto a este grupo de amigos, por que me presentan gente tan diferente a la cruel y violenta que escogí como amigos en el resto de mis grupos. Harumi me da un abrazo y se va a conversar con sus amigas de escuela de temas que no me interesan en lo mas mínimo. Maher esta con su novia y Sebastián esta preocupado. No dice nada pero veo que tiene miedo de irse, o quizás solo esta preocupado por que es lo que puede pasar con su vida, y en ese momento recuerdo cuanto lo quiero, cuando se ve como un gatito indefenso y no como un lince asesino. Le hago un cariño en la cabeza al que responde con un abrazo a medias.

Cuando la fiesta empieza el alcohol va y viene por todos lados. Alejandra que ha venido con su novio, Harumi y yo estamos examinando todo y riéndonos, la música es malísima y acordamos que la culpa es de Maher por no saber organizarse bien. Cada chica que entra tiene menos ropa y cerebro que la anterior, no entiendo muy bien como cuadran mis dos niñas en esto pero allí están, no conocen ni a la mitad y están completamente diferentes a ellas pero para mi son las estrellas de la noche. Al final el plato fuerte de la noche aparece, los amigos de Sebastián entra y cada uno es mas sensual que el anterior.

Sin embargo no logro hablar con ninguno, pasa algo en la puerta y Sebastián desaparece con sus amigos. Es su turno de cuidar la puerta mientras el resto de la gente esta en la fiesta, cuando aparece de nuevo me pide que lo haga. Lo maldigo en todos los idiomas por que es su trabajo y yo tengo que hacerlo. Cuando se va veo que se va con el chico que me gusto a mi y doy un suspiro de frustración. Mis niñas me preguntan por que estoy aquí esperando aquí y les digo que estoy ayudando a Sebastián mientras el hace las maletas para irse. Ni yo me creo ese cuento y es que me imagino lo que esta haciendo, conozco esa rutina, se lo que hace, se como se mueve, lo he visto moverse, se como ataca y se como besa.





Pasan 30 minutos y Sebastián aparece radiante, y todo el mundo esta feliz aunque yo lo perforo con la mirada. Me dice que no puede mentirme y si la paso bien, que estaba disfrutando sus últimos momentos en la capital. Al final intento no hacer corajes, y le repito que todo esta bien. Las horas pasan y aunque estoy pasándolo bien nada parece estar saliendo bien. A la una de la mañana Sebastián se va al aeropuerto, se despide secamente de todo el mundo, puedo ver que no le gustan las despedidas, abraza a sus amigos y en el ultimo instante me da un abrazo inesperado y un beso en la mejilla, uno que nadie ve y del que nadie puede sospechar, no me mira y no se despide y se va. Y quedo convencido de lo imbécil que es.

Para cuando nos vamos de la casa es como las tres de la mañana, al final cuando recién decidimos bailar la música estallo. El viento de la madrugada nos azota la cara y nos despierta, conversamos hablamos, reímos. Anthony me llama enojado por que me olvide de su graduación pero con todo lo que ha pasado hoy la pregunta es como no olvidarlo. Cuando estoy en esta zona siempre recuerdo la época en la que me iba de la casa, en la que no tenia a donde ir y doy las gracias por haber sobrevivido a mi propio caos y refuerzo mi creencia de que aun puedo salir adelante, sobre todo rodeado de toda esta gente rara. El ultimo sorbo de Ginger Ale y nos levantamos del pasto, es hora de ir a casa

V

Domingo en la tarde. Hoy tengo que descansar ya tuve demasiados exceso. Pero no es cierto, hoy es el peor de todos, el prohibido, el incontrolable.

Hoy lo espero. Hoy me quedo esperando un mensaje, algo, hoy me vuelvo loco pensando en el, me doy cuenta de que todo lo que he hecho y todo mi esfuerzo para no pensar en el durante los otros cuatro días se va al diablo, por que esta allí, siempre esta allí, es mi peor exceso, mi adicción.



Me aferro a esos mensajes anónimos, a los mensajes cortos dirigidos a mi, a la esperanza de volver a tenerlo como antes, que todo sea mejor que antes. A reconstruir encima de la demolición y encontrarme con algo mucho mejor, a pensar en todo lo que nadie mas puede pensar ni quiere escuchar.

Todos esos excesos no son lo que quiero, aprender de ellos y vivirlos me han permitido darme cuenta que el único exceso que quiero es el, es tener mas y mas de eso que tan fuerte me hizo, es tener la inspiración, el deseo y la creación que tanto tiempo me ha dado alas, me ha permitido crear y recrear una cosa por encima de otra. Quiero esa ambrosia que mi cuerpo conoce tan bien, y a la cual cada vez le pierdo mas el sabor. No necesito excederme con una fiesta, sexo o bebidas, lo que quiero es pasar mis tardes de fin de semana viendo películas, viendo series, jugando World of Warcraft y riendo de estupideces que a nadie le interesan y que no puedo compartir con nadie mas.

Y por eso reniego, y me enoja sentir que solo puedo tener las sobras de mi exceso favorito. Y repaso los días, y los mensajes toda la tarde, mientras espero algo que no se que es, mientras me pregunto que tendría que pasar para que el universo gire a mi favor, para pensar que pasara primero, si el exceso incontrolable por recordar, por amar y aferrarse me destruirá o si el cansancio y el stress terminaran por borrar el sabor de mi boca que tantos años he guardado.

La decisión ya no es mía. Las palabras bonitas y las promesas son mi nueva adicción, quiero más y más de ellas, quiero grabarlas en mi alma, recordar lo importante que es todo esto, lo importante de la decisión, lo mucho que quiero que todo vuelva a estar en orden. Solo quiero empezar de nuevo, no como la persona que era antes, sino como alguien que ha aprendido de sus errores y esta dispuesto a frenar sus excesos.

[4500 palabras y todas ellas para recordar lo importante que eres]