F.F

El sonido de las suelas de sus zapatillas retumba por toda la catedral. No solo es sacrilego entrar corriendo a una catedral, mas aun lo es portando una espada chorreando sangre. Son aproximadamente las 4.35 am, en 25 minutos llegaran los sacerdotes, siempre despiertan temprano, algunas veces dejando a algun monagillo entre las sabanas, aunque hace muchos años no pisa una iglesia, conoce por cultura algunos habitos religiosos.

No tiene tiempo de pensar, no tiene tiempo de calmarse, puede sentir su corazon latiendo a toda velocidad, puede sentir su mente nublandose, y su carne latiendo. La espada no es suya, la sangre que la mancha si, su mente da vueltas. Tengo que correr es el unico pensamiento que cruza su mente, sabe que lo estan persiguiendo ¿O es esto tambien efecto de los alucinogenos que cruzan a toda velocidad sus venas y que con cada latido de su corazon aceleran mas su recorrido?. Las nauseas llegan a su boca, quiere vomitar, necesita vomitar, tropesando se dirigie hacia los interiores de la catedral, casi derrumbandose, con el frio sudor goteando por todo su cuerpo logra tomar una de las copas en las cuales se sirve "La sangre de Dios", sin muchas reverencias, vomita en ella.

No estoy preparado para esto, aun aturdido y mareado trata de organizar su mente, la herida abierta aun duele, trata de recordar las instruciones, las palabras adecuadas, a quien tiene que contactar, pero esta drogado, herido y sobre todo confundido. Resulta casi sobrehumano su esfuerzo para articular ideas, pero aun asi, en ese estado tan deplorable puede sentir las pisadas de otra persona acercandose. Casi automaticamente su mente empieza a hacer los calculos necesarios, necesida esconderse desde un lugar en el que pueda ver a la persona que esta por entrar y de ser necesario inmobilizarla.

Las pisadas se hacian cada vez menos audibles, la persona que estaba acercandose no queria ser descubierta, aun atontado y con arcadas, busco desesperadamente movilizarse hasta detras de una de las bancas, conteniendo la respiracion y las nauseas espero pacientemente a que el extraño llegara.

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