De una manera u otra, cada vez que me siento a escribir, encuentro alguna historia triste y complicada en mi cabeza. Una serie de resonancias, ecos y alaridos desde el fondo de mi ya cansada y perversa mente, historias que no hacen sino reforzar la imagen de ser melancólico y abofeteado por la vida, que con toda certeza y derecho, me he ganado.
Es cierto, soy un hombre triste, frustrado por sus acciones y su entorno, mezquino y sádico, ambivalente y bipolar, soy una especie de colección macabra de hechos, recuerdos, defectos y enfermedades. Pero es cierto también que soy un soñador, un humano idealista que busca y anhela con un fervor casi ridículo la redención de su espíritu y la materialización de sus locas fantasías de colegial, fantasías que como diría uno de mis mentores, se dieron cuando aun era feliz e indocumentado, pero que conservo con una ridícula templanza.
El tiempo ha sido cruel conmigo, así como yo he sido cruel con las personas que el tiempo coloco en mí camino y a su vez otro tanto de personas fue brutal con mi nada inocente persona. Los días se volvieron semanas y los cigarros sueltos pasaron a ser cajetillas, mis bolsillos dejaron de estar llenos de monedas y caramelos, lentamente pasaron a ser el hogar de mi encendedor de turno y un poco de tabaco mentolado. Mis amigos dejaron de ser los mismos, y yo deje de ser el chico del cual se hicieron amigos, mis amores se fueron por un barranco, y con ellos parte de la sonrisa a medias que usaba cuando hablaba de ellos, mis noches y tardes se hicieron mas vacías, pero el humo y los pensamientos entre suicidas y optimistas llenaron esos vacios.
No me siento exitoso ni realizado, tampoco puedo decir que soy feliz, por el contrario estoy casi todo el tiempo frustrado y enojado. Aunque me siento satisfecho con lo que ha hay un sinfín de cosas que se que están mal en mi vida, hay un millón de ideas en mi cabeza a las cuales quiero transformar en realidad, una innumerable cantidad de sueños y fantasías que quiero desechar o volver realidad, y a pesar de mi carácter soberbio y radical, mis miedos y dudas a veces pueden mas que mi seguridad. Mi personalidad es así, monstruosa y autodestructiva, aferrándose a vicios y malas costumbres para sobrevivir.
A donde quiera que valla sigue siendo un misterio, solo se que me queda un año y medio para preparar mis maletas y largarme hacia algún futuro incierto. Muchas puertas se han cerrado, y con ellas los futuros inciertos que albergaban, sin embargo, en algún país lejos de aquí encontrar un lugar en el cual estacionarme, con quien venga o a donde valla, el futuro no me asegura nada, nunca lo hizo y no empezara ahora, y aunque tenga que tomar las decisiones dolorosas o difíciles, y tenga que tirar por la borda el puñado de cosas que me quedan, no hay mas opción que esperar por que mañana todo sea por lo menos, un poco menos complicado que hoy.
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