Volver a empezar nunca viene con manual. Mucho menos con comodos pasos o guias practicas.
Como un relámpago atravesando la noche, el celular suena por la mañana, no quiero despertarme, siento que la vida me va a escupir en la cara de nuevo, y yo tan lleno de amor como siempre abriré la ventana y le gritare al mundo “Jodete”
La gente dice que no es fácil ser gay, yo creo que lo es. Lo que sí creo, es que no es fácil ser un gay feliz, o en todo caso, ser un gay fiel feliz. Creo que el mundo está hecho para la gente promiscua e irresponsable, para los que buscan sexo sin sentido y se lanzan al primer hombre que ven antes de que pase un mes de luto entre relación y relación. Caminando hacia la ducha y mirándome tan aburrido como siempre, recuerdo las palabras de una mujer muy sabia y
practica: “El mundo no se acaba en un hombre, porque nadie termina su mundo contigo”
Me sumerjo en el agua hirviendo, porque así me gusta, es uno de esos hábitos ligeramente masoquistas que tengo, sentir el agua caliente contra mi piel dejando pequeñas marcas de calor sobre ella. Mirando el techo, como siempre, doy uno de esos suspiros frustrados que tienen un sabor a melancolía. Desde que salí del closet, siempre creí que todo lo que se piensa o siente debe decirse. Si una persona de tu mismo sexo te causa dolor o tristeza, tienes que decirlo, gritarlo o llorarlo si lo necesitas. Una emoción es una emoción, y nada cambia lo que se siente y mucho menos como se siente. Desde entonces mi círculo de amigos ha seguido con un apasionamiento casi deportivo mis desventuras amorosas.
Desordenado, como siempre, intento encontrar mi camiseta favorita entre la pila de ropa limpia que tengo, porque la prefiero así, al aire libre que metida en un closet, digo, si yo ya salí del closet ¿Por qué mi ropa no? Tras unos minutos la encuentro y me la pongo rápido, estoy tarde, de hecho, creo que últimamente siempre se me hace tarde, no porque no calcule bien mis tiempos, sino porque me detengo cada segundo posible a pensar en algo que no me joda mi ya debilitado cerebro. Creo, y probablemente me equivoque, que la mejor manera de seguir con tu vida es reinventándola. Cuando algo sale mal suele ser desde adentro, no tiene sentido culpar a alguien más y mucho menos culparte a ti, no tiene caso lanzarse al piso y preguntar ¿Por qué a mí?
Cuando no tenemos ni idea de lo que está pasando a kilómetros de nosotros.
Ya bien arreglado al menos para mi criterio me encamino a las clases, miro por la ventana como todos los días, porque me gusta ver la calle, siento que veo una película en “Slow Motion” mientras el transporte público avanza igual o peor de lento. Me gusta ir a clases, y no solo por que tenga un espíritu nerd indomable, sino porque me gusta sentarme a hablar por horas con mis amigos, escucharlos, verlos, hacer cosas con ellos. No hay mejor cuerda de escape que los amigos, escape para todo, la rutina, tristeza o estrés. Pero llego al instituto y allí esta mi grupito.

Si una persona de tu mismo sexo te causa dolor o tristeza, tienes que decirlo, gritarlo o llorarlo si lo necesitas. Una emoción es una emoción, y nada cambia lo que se siente y mucho menos como se siente
Me resulta extraño hablar de ellos. A Israel lo veía de lejos pero nunca hablábamos, no porque yo fuera tímido, sino porque sentía que era uno de esos chicos que exceden en todos y cada uno de los campos posibles, y que lo último que necesitan es a alguien que les hable de sus problemas y ridiculeces. Pero me equivoque, es una persona sensible y comprensiva, tiene un aire que inspira confianza, y disfruta pasar sus días quitándome los cigarrillos de las manos y golpeándome para que no me deprima mientras miro al vacio como un venado cegado por la luz. A Leslie, que es modelo y extremadamente linda, me costó un poco menos hablarle, tiene ese aire de chica materialista que todo lo quiere y nada le importa, pero no es así, es una de esas personas que son ovejas con disfraz de lobo. Puedes tener un aspecto y carácter voraz y sanguinario, pero tu corazón sigue siendo dulce, y ella lo demuestra corrigiéndome cada que hago algo que no va con sus principios humanitarios y familiares. Gonzalo fue el primero con el que hable, y me pareció extremadamente interesante, su carácter compasivo y humanitario bordea demasiado con mi forma tan cortante y antipática de ser, me agrada cuando me corrige y comparte maldades conmigo, muy a su pesar. Aunque no los conozco lo suficiente, ellos me han arrastrado fuera de mi cama, hacia la calle con una sonrisa en la cara.
Reinventarte cuesta más de lo que nadie te pueda decir, puedes pasar toda tu vida intentándolo, pero nunca lograrlo. Puedes dar tus despedidas y cantar siempre con voz dolida al cielo, pero solo con la templanza y energía suficiente, la mentalidad para enmendar tus errores y el apoyo externo puedes lograrlo. Aislarte del mundo no resuelve nada, todos necesitamos un golpe fuerte y cortante, que nos quite la estupidez a patadas y nos devuelva el aire que se escapa por la ventana. Una ramificación lleva a otra, un amigo a otro y así. Tengo suerte de estudiar con ellos, pero más suerte tengo de compartir tanto tiempo con ellos, que pese a su heterosexualidad me arrastran hacia discotecas gay.
Aunque mi casa siga vacía, yo sigo en pie pese a que mis ojos siguen hundidos contra mi cara, aunque mi ventana siga abierta esperando que las circunstancias traigan de vuelta esa estabilidad que ya no existe, aunque mi corazón tenga una vela encendida esperando el regreso de alguien que simplemente no piensa regresa, siento que estoy bien, si hay algo que no podemos hacer es escapar de nuestros amigos y familia. Hace poco dije que no había nada mejor que reinventar la vida, y creo que uno siempre puede reinventarse desde adentro, pero desde afuera, quienes te remodelan como si fueras una casa en estado deplorable son tus amigos. Tú circulo, tu grupo, y aunque no todos siempre sean tan amigos como parecen, de al menos uno de ellos aprenderás algo, a la fuerza, a la mala, o con suerte, en la cama.
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